En Honduras de la demanda total de consumo de maíz, el 42 por ciento se destinan al cpnsumo humano y el 44 por ciento al consumo animal. Aunque los con¬tingentes pactados con Honduras en el marco del TLC se limitan al maíz amarillo, es de prever que sustituya al sorgo nacional en la preparación de concentrado para consumo animal.
Preocupa también la situación de los productores centroameri¬canos de frijol, leche o carne ante la inminente avalancha de impor¬taciones. En el caso del maíz blanco, que se libró de reduccio¬nes arancelarias, el panorama es sombrío, su sustitución en la dieta básica por el maíz amarillo o el trigo importado, amenaza los medios de vida de cientos de miles de familias de pequeños productores de maíz en la región.
Según los datos proporcionados por la FAO, el volumen de producción de los granos básicos ha ido disminuyendo por el impacto de las políticas agrarias. El maíz que hoy en día representa el primer lugar en superficie sembrada, volumen de producción y consumo por persona, no cubre la
demanda nacional. El déficit se cubre con importaciones de los Estados Unidos, que en 2001 alcanzo la cifra de 73 mil toneladas métricas de maíz blanco, ha informado la FAO.
La relación entre se¬guridad y soberanía alimentaria con la pobreza es directa. En 2002, la población subnutrida en Honduras, ascendía a un millón 430 mil personas, mientras en 2003, representó un aumento de 40 mil personas, lo cual indica una tendencia ascendente en los índices de desnutrición, que es el indicador principal para medir la seguridad alimentaria de un país.