Mauricio Funes camina con éxito sobre una cuerda floja

El lunes 21 de junio el país se despertó con una espantosa noticia: un microbús de transporte colectivo y todos sus ocupantes fueron rociados con gas y quemados vivos en Mejicanos, colonia popular del área metropolitana de la capital. Entre quemados y ametrallados el dantesco crimen produjo 16 muertos. En menos de 24 horas, la Policía había capturado a ocho sospechosos, todos integrantes de pandillas. Una apasionada polémica sobre la pena de muerte volvió a abrirse espacios en los medios de comunicación.

El discurso popular, basado en un cúmulo de saberes locales y nacionales históricamente construidos, decía otra cosa. En los buses, las oficinas y los cafetines reinaba la histeria colectiva reafirmando el clima de miedo e inseguridad vivido desde hace mucho más de un año. Pero la explicación iba más allá de la participación de los capturados, incluso de los “mareros”. “Pareciera el inicio de una campaña electoral”, decían muchos, aludiendo a que en los últimos años, cada vez que se acerca una contienda electoral, comienzan a aparecer cuerpos mutilados en distintos lugares de los centros urbanos.

LA CONSTRUCCIÓN DEL MIEDO Y DEL SENTIDO DE INSEGURIDAD
La construcción del miedo y del sentido de inseguridad ha sido un recurso utilizado una y otra vez para convencer a la población salvadoreña de que necesita un gobierno represivo que tenga como prioridad mantener el orden social a toda costa. Se sobreentiende que lo que se necesita es un gobierno de derecha. Aunque el momento actual no es aún un momento electoral, el mensaje principal de la derecha durante el primer año del gobierno de Mauricio Funes ha sido que el actual gobierno no garantiza seguridad, ni física ni financiera ni política a los salvadoreños y (más importante) a los inversionistas. Pocas semanas antes de finalizar el primer año de Funes, la derecha en su conjunto arreció su campaña, caracterizada principalmente por una publicidad que desacreditaba al actual gobierno por incapaz.

¿INSEGURIDAD DE LA DERECHA O INSEGURIDAD NACIONAL?
El presidente de la Cámara de Comercio, Jorge Daboub, expresó: “La situación de inseguridad es preocupante. Vemos que las medidas adoptadas no están dando los resultados que quisiéramos y eso afecta la imagen del país porque las inversiones extranjeras y locales se frenan, y por ende, el desarrollo económico del país se complica”.

Los grandes empresarios de la ANEP señalaron que el clima de inseguridad demuestra “una incapacidad” de las autoridades. Demandaron la puesta en marcha de acciones “efectivas”. Su presidente, Carlos Araujo, ha pedido a Funes que ante la “falta de resultados”, busque a “funcionarios adecuados” para luchar contra la violencia, que deja un promedio récord de 13 homicidios diarios.

La solicitud no es nueva. La inconformidad de la empresa privada con los titulares de Seguridad y de la Policía Nacional Civil comenzó cuando el de la PNC removió al jefe de la División Élite contra el Crimen Organizado (DECO) en julio de 2009, aunque mucha población vio con buenos ojos este cambio.

La implicación de esta división policial en la impunidad del crimen organizado es un secreto a voces, sustentado
en las declaraciones de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos sobre este ex-jefe policial, responsable de torturas, manejos procesales fraudulentos y coacción a testigos e imputados durante anteriores gobiernos. A pesar de esto, la ANEP defendió lo indefendible: condenó su remoción, cuestionando las motivaciones y la misma capacidad de la Policía Nacional Civil.

“SÓLO UN LOCO INVIERTE EN EL SALVADOR”
Alfredo Cristiani, primer dirigente de ARENA, fue más contundente al afirmar que el país no tiene rumbo y “sólo un loco podría invertir en El Salvador”, pasando la frontera de la inseguridad por la criminalidad a la de la inseguridad económica. Económicamente, su declaración tiene poco peso, puesto que los empresarios salvadoreños han optado sistemáticamente por invertir fuera del país.

Según un informe del Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina SICSAL, que retoma datos del Índice de Desarrollo Humano del PNUD, la fuga de capitales en El Salvador bajo los gobiernos de ARENA sumaba el 98% de los ingresos del país. Políticamente, estas declaraciones de Cristiani son coherentes con otras muchas que ha hecho a lo largo del gobierno de Funes. Comenzó su período como Presidente del COENA, un mes antes de que Funes entrara al Ejecutivo, anunciando que ARENA “debe volver a las raíces del partido”. Esas “raíces” son un fanático anticomunismo. Poco después amenazó: “Vamos a armar Troya”. Una y otra vez, Cristiani ha sido constante en mantener una retórica anticomunista contra el gobierno y el FMLN.

DATOS DE LA LABOR POLICIAL
En respuesta a reacciones públicas ante el nivel delincuencial, el Presidente Funes enfatizó en el discurso del primer año en el gobierno que la Policía ha desarticulado a 115 bandas de delincuentes y a 203 clicas de maras. Realizó 61,586 detenciones. Entre ellas, 2,652 por homicidio y 2,562 por extorsión. El 98% fueron condenados. Incautó drogas por valor de más de 12 millones de dólares y capturó a importantes traficantes, como Juan Colorado. Decomisó 4,709 armas de fuego. Sólo en los centros penales decomisó casi 2 mil teléfonos móviles y mil chips más. También recuperó un promedio diario de 5 vehículos robados y decomisó mercadería de diversa índole por valor de 19 millones de dólares.

32 policías fueron destituidos por mala conducta y malos procedimientos, incluido el ex-director Ricardo Meneses. Cerca de mil uniformados se hallan bajo procesos de investigación en un esfuerzo de depuración de un órgano cuyos agentes y funcionarios han contribuido, en muchas ocasiones, a facilitar condiciones para actos delictivos o han participado directamente en ellos.

La reacción de los empresarios a la destitución del director de la DECO deja espacio para preguntarse si su inconformidad con el aparato de seguridad, uno de los ministerios bajo el control del FMLN, se produce a pesar de los datos aportados por el Presidente en su discurso… o a causa de ellos.Ingobernabilidad: ¿realidad o ficción?

Además de argumentar contra los funcionarios del FMLN en el aparato de seguridad, es claro que el discurso de ARENA busca sembrar la percepción de ingobernabilidad con la esperanza de convertirla en realidad. Utilizan distintos recursos. El mayor, no el único, es fomentar el miedo. Es llamativo que una recién encuesta de opinión del Instituto Universitario de Opinión (IUDOP) de la Universidad Centroamericana (UCA), “Evaluación del Primer Año del Gobierno de Funes”, registra una diferencia de 20.7 puntos entre el nivel de victimización por delincuencia en el país y el nivel de inseguridad. El 45.3% de la población contesta que la inseguridad provocada por la delincuencia es el problema principal del país, pero sólo el 24.6% ha sido víctima de delincuencia. Resaltar este contraste no busca subvalorar el problema real que representa la delincuencia en nuestro país, sino marcar la diferencia entre el fenómeno objetivo y el subjetivo.

Una investigación realizada por Amparo Parducci, miembro del Departamento de Comunicaciones de la UCA, documentó la forma en que, durante los años 90, los medios de comunicación masiva presentaron a los mareros como una amenaza mucho más grande de lo que lo eran entonces. Esto contribuyó a crear tierra fértil en la población para apoyar las medidas represivas que siguieron y que, paradójicamente, provocaron que aumentara la participación de estos grupos en la criminalidad.

¿INESTABILIDAD ECONÓMICA O MIEDO AL CAMBIO?
La segunda variable en el discurso de la ingobernabilidad ha sido el de la inestabilidad económica. Desde su campaña electoral en 2009, ARENA viene argumentando que si el FMLN ganaba las elecciones se espantaría toda la inversión extranjera y El Salvador quedaría sin fuentes de ingresos y sin empleos.

En medio de la crisis económica heredada del gobierno de Saca y a la sombra de la crisis financiera “internacional” (realmente centrada en Estados Unidos), la derecha sigue argumentando que la principal amenaza a la economía salvadoreña no radica en la dependencia que El Salvador tiene con Estados Unidos por los flujos comerciales y la dolarización, sino por la inseguridad que crea en los empresarios un hipotético acercamiento a un proyecto socialista. Cristiani lo resumió así: “El país no tiene rumbo por la amenaza del partido oficial de querer imponer el Socialismo del siglo 21 y la incapacidad de resolver los problemas”.

FUNES-FMLN:
LA CARICATURA DE LA DERECHA
La relación entre el FMLN y el Presidente Funes ha sido otro factor utilizado por la derecha para alimentar la percepción de ingobernabilidad del país. Para nadie es desconocido que esa relación se basa en una alianza marcada por tantas contradicciones como encuentros.

Al seleccionar a un candidato que no solamente carecía de una trayectoria partidaria en el FMLN, y que tampoco tenía cercanía ideológica al ideario de esa institución política, eran inevitables tiempos difíciles. La derecha, valiéndose de sus medios de comunicación, ha caricaturizado la relación entre el Ejecutivo y el partido FMLN como un matrimonio en vías de divorcio con el afán de crear la sensación de que, llegará el día en que no habrá “nadie para cuidar a los hijos” y las necesidades del país quedarán al garete.

Vale recordar que un argumento que se ocupó en Honduras para legitimar el golpe de estado contra el Presidente Manuel Zelaya fue que estaba no sólo sin el apoyo de las instituciones del Estado, sino sin el apoyo de su partido.

AMENAZAS DE GOLPE DE ESTADO

El discurso de la ingobernabilidad no cae en vano. ARENA ha sido el principal portavoz, aunque no el único, de las amenazas de la burguesía para derrocar al gobierno de Mauricio Funes. Al día siguiente del golpe de estado hondureño, en junio de 2009, el jefe de fracción del partido ARENA Donato Vaquerano, advirtió al Presidente de El Salvador: “Funes debe tener un espejo en el que se puede ver”. Este tipo de declaraciones fue recurrente a lo largo del período del gobierno golpista de Micheletti en el país vecino.

Varios militares salvadoreños, entre ellos los ex-Ministros de Defensa, René Emilio Ponce y Humberto Corado, aunque no fueron tan explícitos en sus palabras, se sumaron a la justificación del golpe, argumentando que las acciones y actitudes de Zelaya que antecedieron al golpe fueron provocadoras y lo habían dejado en una posición “vulnerable”. Posición coherente con una serie de muestras de fuerza que en los últimos años ha realizado La Tandona, aquella promoción histórica de militares de la Escuela Militar de 1966, que dirigieron la guerra contrainsurgente. Fue su forma de recordar que este cuerpo tiene aún la llave de la gobernabilidad en El Salvador, que sin su bendición, o por lo menos sin su consentimiento, no habrá gobernabilidad.

La gran empresa privada salvadoreña, que en un primer momento tomó distancia de los golpistas hondureños, expresando su rechazo a tan clara crisis institucional, titubeó posteriormente y terminó justificándolo: “El presidente Zelaya venía en una actitud de no respetar los acuerdos de las instituciones democráticas… Zelaya se ha quedado solo porque se quedó sin partido, las instituciones democráticas lo han dejado solo y el apoyo popular es para el gobierno constituido recientemente”. Frases que resumen todos los argumentos de la derecha salvadoreña sobre Mauricio Funes. Aunque no fue la posición más agresiva en la derecha, no hay que perderla de vista como una posición rectora. Todo esto brinda insumos para entender las declaraciones de Alfredo Cristiani en “El Mundo”, después de los primeros cien días de gobierno de Funes: “Yo puedo ser destructivo y ahorita tenemos cómo parar al presidente de la República y que no pueda hacer nada”.

MICHELETTI: HUÉSPED INCÓMODO
Con todos estos antecedentes cayó como un balde de agua helada la visita de Roberto Micheletti, golpista hondureño, menos de 48 horas después de la masacre de Mejicanos.

Micheletti fue invitado especial de la Cruzada Pro Paz y Trabajo, un organismo de la extrema derecha que suele aparecer sólo en tiempos de campañas electorales o en coyunturas especiales, como la de 1989, año de la ofensiva “Hasta el Tope y Punto” del FMLN, cuando ocurrió el asesinato de los jesuitas. Sólo unos meses antes, la Cruzada había sacado un campo pagado en el que atacaba a un “grupo de cerebros satánicos conducidos por Ellacuría”, “perros comunistas” que estaban “arruinando el país.”

Micheletti almorzó con el alcalde de San Salvador, Norman Quijano, quien le entregó el reconocimiento de Huésped Distinguido y las llaves de la ciudad. Por la noche dio una conferencia en un hotel de cinco estrellas a un grupo selecto de invitados especiales. La cúpula de ARENA se dio cita para escuchar a un hombre cuya trascendencia política ya ha pasado, pero cuya trascendencia ideológica es aún esencial para sus invitados.

“MI MÁS ENÉRGICO REPUDIO”

El mensaje de Micheletti fue provocador. Alegó que el derrocamiento de Zelaya fue para “defender la democracia mediante una sucesión constitucional. Estoy totalmente seguro de que no fue un golpe de Estado”. Desarrolló la tesis de que el Socialismo del siglo 21 impulsado por Chávez es “una amenaza para la región centroamericana.”

El FMLN respondió inmediatamente con un comunicado en el que condenaba la presencia de Micheletti en el país y lo declaraba persona non grata. En el comunicado se dirigía a “los poderes fácticos”, recordándoles que “el pueblo salvadoreño en las pasadas elecciones se pronunció por el cambio y derrotó el miedo, el chantaje y las mentiras de la derecha golpista en El Salvador”.

El Presidente Funes también rechazó la presencia del golpista Micheletti en el país. Y refiriéndose a la decisión del alcalde Quijano de nombrarlo “visitante distinguido” exclamó: “Cuando veo que entre nosotros hay quienes reconocen
y elogian a un golpista, no puedo más que expresar mi más enérgico repudio”. Aunque la posición de Funes es algo ambigua, teniendo en cuenta su actual campaña para fomentar el reconocimiento mundial del gobierno hondureño de Pepe Lobo, su claridad ante la derecha salvadoreña fue evidente.

MANTENERSE EN LA PRESIDENCIA: UN GRAN LOGRO

En este escenario, mantenerse en el Ejecutivo ha sido una meta, aunque no anunciada sí implícita, de este gobierno. Después de un año, Funes ha logrado cumplirla. Igualmente, mantener a los siete ministros del FMLN en sus cargos, pese a todos los reclamos de la derecha para quitarlos, no le ha sido nada fácil.

Cumplir la meta de mantenerse en la silla presidencial ha tenido costos. Lo ha logrado con dos fundamentos básicos. Por un lado, con el capital político que el FMLN tiene como primera fuerza política del país. El partido cuenta con ese reconocimiento dentro y fuera de las fronteras nacionales. En la citada encuesta del IUDOP, el FMLN va en el primer lugar con el 42.5% en “intención de voto” frente a ARENA, en segundo lugar con el 12.8%. Ningún otro partido logra más de un 2.1%. Además, el FMLN cuenta con una base social que, aunque no se moviliza de forma permanente, ha definido en las calles el destino nacional en varias coyunturas importantes. La última, el evento electoral de marzo de 2009.

Por el otro lado, la derecha salvadoreña, se ha mostrado hasta ahora, fiel a la línea de Estados Unidos, la misma línea que Micheletti defendió en su visita. Mientras el gobierno de Funes no profundice una relación con los gobiernos anti-imperialistas, no se integre al ALBA, ni siquiera a Petrocaribe, y no realice cambios trascendentales que modifiquen los cimientos de la estructuras del poder, no representará una amenaza seria para los poderes fácticos nacionales e internacionales.

CERCA DE ESTADOS UNIDOS Y LEJOS DE CHÁVEZ
Funes ha sido cuidadoso de no pasar la raya y de posicionarse como el “predilecto” de Estados Unidos en la región. En su discurso inaugural dijo: “Ustedes han sido custodios de la relación entre El Salvador y Estados Unidos en la historia reciente… Los que ahora tenemos la responsabilidad de custodiar esta relación, heredamos riqueza, emoción, un legado de confianza y amistad, y la gran responsabilidad de seguir los pasos de quienes nos precedieron”.

El primer año ha sido testimonio de su fidelidad a este compromiso. En nada se ha extraviado de los pasos de precedentes mandatarios salvadoreños, cuyo mejor exponente fue el Presidente Duarte (1984-1989), quien besó la bandera de Estados Unidos en un acto simbólico de extrema sumisión. Funes se ha mantenido alejado de Hugo Chavez y de todo lo que suene a ALBA, a pesar de los reclamos de diferentes sectores populares del movimiento social, que han exigido al gobierno integrarse a esta alianza. Aunque participó en la reunión donde se lanzó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELC), un esfuerzo por crear una especie de “OEA alternativa” sin la participación de Estados Unidos, falta aún ver cómo reacciona a la presión estadounidense para quedarse al margen, un tema que ya salió en la reunión del mandatario con Hillary Clinton en Guatemala (marzo 2010) y que constituyó un “previo” a su encuentro con el Presidente Obama, días después.

Funes también ha dado seguimiento a los convenios con el International Law Enforcement Academy (ILEA), un proyecto de Estados Unidos en El Salvador para capacitar a policías de distintos países latinoamericanos, continuación de los acuerdos sobre la base militar estadounidense de monitoreo en Comalapa y las oficinas del FBI y de la DEA en El Salvador.

Finalmente, ha sido claro su compromiso de no perjudicar el CAFTA y su papel protagónico en la defensa del gobierno de Pepe Lobo en Honduras, abanderando su reintegración a espacios de integración centroamericana y latinoamericana. Esto le ha ganado la aprobación del Presidente Obama, quien lo felicitó por “su liderazgo a nivel regional e internacional” y por su “actitud pragmática” con respecto a Honduras a costa del rechazo del movimiento popular y del FMLN, quienes consideran ilegítimo al gobierno de Lobo, elegido por una minoría de votantes en un proceso conducido por un gobierno golpista y durante una jornada de represión y violaciones a los derechos humanos.

LA DERECHA SALE ILESA DE LOS CAMBIOS

El otro requisito para que la derecha no se sobrepase con el gobierno de Funes ha sido el verlo quedarse al margen de las luchas populares del país o hacerles caso omiso, defender los intereses de la burguesía en algunos casos y pactar con sus partidos políticos en otros. Se ha parcializado contra los pobladores en el caso de la construcción de la represa El Chaparral. Ha reafirmado su promesa de campaña de no revisar la Ley de Amnistía, a pesar de que el jefe de misión de la representación del gobierno en el Foro de Naciones Unidas en Ginebra había dado la impresión de que sí lo haría.

Funes también ha dado un rol protagónico a las Fuerzas Armadas en las calles y en las cárceles dentro de su plan de seguridad. Observó el decreto legislativo que eliminaba los cobros fijos para la telefonía, negociando con las transnacionales telefónicas una reducción. Y pactó con ARENA, GANA y el PCN para bloquear una iniciativa del FMLN para dejar a la derecha sin acceso al Registro Nacional de Personas Naturales, desde donde se suelen orquestar operaciones importantes para el fraude electoral.

TIEMPO DE ACUMULAR
Los sectores populares no deben engañarse sobre dónde están las anclas del gobierno actual, sino aprender a acumular en esta etapa. No hace falta autoflagelarse por haber apoyado a un gobierno que no tiene la posibilidad, y no se sabe si el interés, de cambiar las cosas radicalmente para la clase trabajadora salvadoreña.

El programa de gobierno que ofreció Funes con el respaldo del FMLN fue un programa de reformas. Implementar reformas sociales en un país capitalista dependiente es una meta difícil de alcanzar, más difícil aún en tiempos de crisis económica. A pesar de esto, muchos salvadoreños consideran que estos cambios comienzan ya a traducirse en realidades. Un 66.2% piensa así según la evaluación hecha por el IUDOP. Consecuente con esto, un 68.5% de los entrevistados evalúa la gestión del gobierno de Funes como “buena o muy buena”. Aunque la trascendencia de estos cambios es cuestionable para quienes apuestan a una transformación estructural de la sociedad salvadoreña, es incuestionable que la población votante siente un cambio.

2011: AÑO ELECTORAL
Las próximas elecciones serán las legislativas y municipales en 2012. En El Salvador hay un calendario “de hecho” que marca el inicio real de las campañas electorales con, por lo menos, un año de anticipación. Todo el año 2011 será de campaña electoral y, sin duda, la lucha entre el FMLN y los partidos de derecha será frontal.

La derecha ha trazado ya su camino: amenazar al Presidente, al FMLN y al pueblo con un golpe de Estado, fomentar (directa o indirectamente) la inseguridad y el miedo y aprovechar sus frutos, y mantener abierta la puerta del Registro nacional de Personas Naturales. La capacidad de movilización que mostró no sólo el FMLN, sino el movimiento popular salvadoreño y aún sectores de simpatizantes no organizados, en el proceso electoral de 2009 es importantísima para ponerle obstáculos en ese camino.

EDUCADORA POPULAR. CORRESPONSAL DE ENVÍO EN EL SALVADOR

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