El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Estados Unidos, Canadá y México, y que entró en vigor el primero de enero de 1994, planteaba un gran desafío: integrar la economía de los tres países, a pesar de la desigualdad entre sus respectivos niveles de ingreso, riqueza y desarrollo.
Poco después de la firma del tratado, se volvió evidente que el TLCAN serviría de modelo para todos los acuerdos comerciales por venir. Sin embargo, el TLCAN no es un modelo a seguir.
Las promesas sobre los resultados benéficos del TLCAN hechas hace 10 años, no se han realizado de ninguna manera. No sólo no han reducido los desequilibrios entre las tres economías, sino que no ha atendido el crecimiento económico anunciado.
Presentado como el impulsor del crecimiento económico y del desarrollo, el TLCAN ha causado un considerable impacto en los niveles económicos de integración de México en América del Norte, haciendo posible que el país se convierta en el segundo socio comercial de Estados Unidos.
El Tratado benefició sobre todo a las maquilas,que aseguran su competencia y rendimiento, proporcionando salarios bajos y precarias condiciones de trabajo, asi como ejerciendo control de los sindicatos.
La economía agrícola atraviesa actualmente la peor crisis de su historia, al ser golpeada por el efecto arrasador de las importaciones subsidiadas del Norte. Una de las primeras consecuencias nefastas del TLCAN fué la modificacion brutal de la Constitución mexicana, la cual protegía en uno de sus artículos la propiedad colectiva de la tierra. En Chiapas, los zapatistas fueron los primeros en denunciar esta modificación, considerando que esto conllevaba una degradación de sus condiciones de vida.
Las mujeres han sufrido más
La destrucción de la actividad agrícola alentó a las familias a instalarse en las zonas urbanas, con condiciones de pobreza extrema. Las mujeres y los niños, a menudo menores de 16 años, contratados por empresas transnacionales para trabajar en las maquilas con condiciones agotadoras, para salarios extremamente bajos, son las primeras víctimas.
Las desigualdades que existían antes del acuerdo se han acrecentado, en particular las que atañen a las mujeres y a los pueblos autóctonos. El incremento de las diferencias entre ricos y pobres, la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos, la reduccion del ingreso individual, la drástica disminución en la creación de nuevos empleos, el incremento en la migración laboral, el agravamiento de los problemas ambientales: tal ha sido la norma mas que la excepción.
En cuanto a la pérdida de empleos de tiempo completo, favoreciendo el surgimiento de todo tipo de empleo precario (por contrato, a medio tiempo, “autónomo”), las mujeres son las mas afectadas. Campeonas del trabajo precario, estan sobrerepresentadas entre los sectores de bajos salarios y los pobres; y continúan viviendo una situación que es agravada por las modificaciones presupuestales en los programas sociales y los diversos procesos de privatización de los servicios públicos.
A pesar de lo anterior, los gobiernos de la región mantienen la dirección y continuan impulsando este modelo de “libre” mercado en el mundo, buscando al mismo tiempo desarrollar una integracion mas profunda en América del Norte, por medio de un TLCAN Plus. Las negociaciones de éste se inscriben actualmente dentro de un proceso antidemocrático en el cual la transparencia no existe.
El TLCAN y Los Agricultores de la Frontera Norte de México
Publicado por Internacional Relations Center
Se ha generado un campo más productivo pero más polarizado, más exportador pero mucho más concentrado en pocas manos. Para decirlo en pocas palabras: las políticas de ajuste implementadas en la economía nacional y el TLCAN ciertamente no han acabado con la agricultura de los estados fronterizos; han ido acabando con los agricultores.
Algunas cifras representativas
México ha perdido la soberanía alimentaria: el país importa gran parte de sus alimentos básicos, incluidos el maíz, el fríjol y la carne. Esto se agudiza en las ciudades fronterizas, como Juárez y Tijuana por su lejanía de los centros de producción.
A nivel nacional, las importaciones de alimentos han echado por tierra la rentabilidad de los productores locales: los cosechadores de maíz perdieron entre 2001 a 2003, 50 por ciento del poder adquisitivo de su grano; los cultivadores de trigo perdieron el 50.3 por ciento de su poder de compra en ese lapso; los de fríjol el 21.1 por ciento; los de soya el 57.6 por ciento.
En la década pasada, según datos recabados por investigadores de las universidades Nacional Autónoma de México, Chapingo, Autónoma Metropolitana y Consejo Nacional Agropecuario, desaparecieron 3 millones 700 mil productores comerciales con rentabilidad, por lo que sólo quedan 300 mil.
Quebraron 4 mil 500 de los 15 mil ranchos porcícolas, cerraron 300 de las mil granjas avícolas, el hato ganadero se redujo 30 por ciento.
El impacto ha sido lógicamente negativo en el empleo en el sector primario (agricultura, ganadería, caza y pesca), entre 1994 y 2000 se perdieron casi dos millones de empleos en el sector.