Rufino López combatió por la tierra, quiso que la clase obrera campesina tuviera mejores condiciones de vida y como lider sindical defendió a los campesino de los terratenientes. Soñó con una patria justa, con igualdad social para la clase obrera. Fue un hombre combativo, dispuesto a transformar el sistema político de Honduras.
El sindicalista campesino (como le decían los obreros), nació en 1932, originario del pueblo de Coray departamento de Valle. Sus amigos reconocen que se destacó en la lucha de la recuperación de la tierra para que los campesinos tuvieran donde cultivar y algo de comer.
Poco se sabe de la infancia de López, pero parte de ella la dedicó al trabajo de campo junto a su padre, Roberto López Agüero, y a sus hermanos y hermanas. Desde pequeño perdió a su madre, Francisca Canales, por muerte de parto. Fue un muchachito aventurero, capaz de idear grandes trastadas y declararse inocente.
Estudió hasta el tercer grado de la educación primaria en la Escuela Tiburcio Carias Andino; no continuó estudiando porque su padre no tenía suficientes recursos económicos para mandarlo a estudiar fuera de aquel lejano pueblo.
Tenía 14 años de edad, cuando junto a sus dos hermanos se aventuraron caminando a pies desde Coray hasta San Pedro Sula. A los tres les decían “los terrores” por su forma de vestir que era bien pulida. Él siempre andaba los zapatos brillantes y su sombrero bien encorvado. Cuando cumplió quince años de edad se fue a vivir a La Fragua, campo bananero de la Tela Rail Road Company, y ahí por durante varios años se dedicó a comprar y vender ganado.
Tres años más tarde, entró a trabajar en la Tela con el objetivo de hacer la lucha con los campesinos más explotados de aquel entonces, y así abrirles la mente de que se merecían vivir en mejores condiciones humanas. Todos sus compañeros lo querían mucho por demostrar capacidad de liderazgo y conducción de las luchas.
En 1954 conoció a Benicia Izaguirre a quien enamoró dedicándole serenatas tocadas por el mismo, y con quien hizo vida familiar hasta su muerte. La conducta dócil de su esposas sirvió para criar a los cinco hijos que engendró: Odely, Leticia, Elsa, Teodoro y Javier; estos últimos tres actualmente viven en los Estados Unidos buscando el tan codiciado sueño americano.
Tuvo una relación de pareja bien agraciada con Benicia, constantemente le decía: mirá que vas a quedar bien, mis amigos te van ayudar a que nuestros hijos puedan estudiar.
Siempre se interesó por la lectura, a su esposa le llevaba las novelas bohemias y paquines populares, mientras que a él, le fascinaba leer el Código del Trabajo, por su condición de líder sindical.
Con el pasar del tiempo se incorporó al SITRATERCO, por el cual fue perseguido, ya que fue uno de los sindicalistas más combativos. Trabajó para que los obreros tuvieran tierra y así poder cultivar, y de esta manera el campesino viviera cómodo. Una de sus ideas fue luchar para que los demás estuvieran vivos y fueran de un solo gremio para el bienestar de los obreros y campesinos.
Fue un líder campesino, un hombre popular, de sangre cien por ciento hondureña, introvertido, de pocas palabras, pero bien amistoso, liberal de pensamiento pero de práctica socialista. Físicamente era bien recio, de estatura alta, robusto, tez clara, y de ojos verdes.
También fue un hombre dedicado a sus hijos, le gustaba carga a sus hijos en hombros por todo el campo. Fue estricto con sus hijos, siempre quería que todo estuviera bien, sino el mismo se encargaba de hacerlo. Perennemente iba al mercado a comprar la comida de la semana. Silbaba al llagar a su casa para que todos supieran de su llegada.
Si bien su infancia no estuvo sembrada de hallazgos intelectuales, siempre planificó batallas infinitas y triunfos prodigiosos dentro de las organizaciones campesinas en las que participó.
En noviembre de 1963 se unió a las filas unitarias de un grupo de guerrilleros que emergieron luego del golpe de Estado de Oswaldo López Arellano.
Fue parte de la organización de resistencia contra la dictadura militar. López y todos sus miembros se denominaban militantes revolucionarios, pero jamás lanzaron un disparo. Siempre pensó que el gobierno no hacía nada para favorecer a la clase obrera, que si se ponía a resolver los problemas sociales no le quedaría tiempo para gobernar.
En enero de 1965 fue Secretario General de SITRATERCO. Para entonces un vecino de la comunidad de La Fragua, le puso unos documentos (literatura comunista) en una rendija del barracón donde vivía, horas más tardes llegó la policía a buscarlo para llevarlo preso. Pero en ese momento Rufino andaba en el centro de El Progreso comprando la comida de la semana, cuando su esposa le envió un comunicado (una nota) contándole lo sucedido, para que no regresara a la casa.
Desde entonces se fue a vivir a un hotel de su suegra. Por varios meses anduvo huyendo clandestinamente, días donde sus amigos de lucha, temporadas en la calle y en el Sindicato.
El 18 de abril de 1965 se enmontañó junto a los compañeros: Lorenzo Zelaya, Benito Díaz, Hermelindo Villalobos y José María Izaguirre y Aquiles Izaguirre, quienes estaban armando la guerrilla del pueblo.
El 30 de abril de 1965 en la montaña del Jute, Yoro, fueron asesinados cruelmente por miembros del ejército hondureño. A Rufino lo ametrallaron y le destrozaron la cintura; en su agonía balbuceó: ¡Ay, me mataron!, al querer sentarse, cayó de rodillas y pidió agua”.
Un soldado quiso obligarlo a que delatara el lugar donde se encontraban sus otros compañeros, pero como no obtuvo respuesta, otro soldado que le decían “olancho”, le hundió un puñal en la garganta y después bebió la sangre que emanaba de su cuello.
Tenía 33 años de edad cuando lo asesinaron. Quienes lo conocieron le guardan mucho respeto. Era un obrero intelectual, un comunista honesto, un joven luchador, le gustaba el casino y las cartas. Parte de los frutos de sus luchas son las cooperativas agroindustriales que afiliadas, hoy conforman la empresa de manteca y aceites, Hondupalma.
El líder campesino fue asesinado por ir en contra del sistema de gobierno de entonces y por defender la clase obrera campesina. Soñaba con una patria de justicia y llena de valores democráticos.
Sus familiares aseguran que las organizaciones que se formaron como producto de la lucha de Rufino López quisieron enterrar su lucha para quedarse con el esfuerzo dedicado por Rufino para recuperar las tierras del pueblo. También afirman que amó más a los campesinos que a su propia vida porque tomó el camino más riesgoso por defender a su patria, hasta que la muerte lo venció.
Autor Bladimir Ocón